jueves, 15 de marzo de 2012

Cuando tan sólo nos queda recordar

Amigo de Jack Kerouc y Malcom Lowry, David Markson fue un cronista destacado de la generación más importante de escritores norteamericanos. "La soledad del lector", La Bestia Equilátera 2012, es una novela sobre el ocaso de una vida, sin dejar de ser un conjunto de misceláneas intelectuales.

A ver. Para leer "La soledad del lector" hay que despojarse de los lineamientos básicos de la novela y allí, bien lejos de la tríada clásica de "inicio, desarrollo y desenlace", sin pensar en tramas, subtramas y personajes, sin buscar el deseo oculto de lo que el autor quiere mostrar o no.
Ahora sí. Arremangase y superen la primera página para meterse de lleno en un mundo hipnótico, adictivo, y lleno de citas, anécdotas y biografía de novelistas, poetas, músicos, pintores. Todos y cada uno de ellos unidos por la miseria, la tragedia y la muerte.
Porque el libro de David Markson, el primero de una serie de cuatro: "La soledad del lector"-1996, "This not a novel"- 2001, "Vanishing point"-2004 y "The last novel"-2007, es un como un "trip" literario en el cual el autor nos sumerge y ya nos dejará salir hasta el final.
"Una novela de referencias y alusiones intelectuales, por así decir, pero sin casi nada de novela", una idea que Markson escribe y funciona, aunque deben pasar varias páginas, como un faro dentro del mar de misceláneas, anécdotas y puntos de vista sobre la vida y al obra de los autores, músicos y artistas.
"Jonathan Swift dejó su dinero para que se fundara un hospital para enfermos mentales. Y murió loco", "Según la leyenda, Li Po se ahogó al caerse de un bote, ebrio, cuando se inclinó para besar el reflejo de la luna", "Faulkner murió luego de una caida de su caballo", son algunas de la partes de un todo. Un libro de una intensa profundidad que conviene no perder de vista.
Definida como novela experimental, "La soledad del lector" es un compendio de imágenes y recuerdos del final de la vida de dos que son el mismo hombre: el Protagonista y el Lector. Teniendo como escenario una casa de playa o una casa frente al cementerio, hay una idea que lo supera todo: la idea de la soledad frente al final. "¿Ha sentido a veces el Lector que pasó su vida entera como preparándose par defender una tesis de doctorado?", escribe Markson y creo que en ella se concentra gran parte de la sensación que tenemos como lectores, cuando nos sumergimos en un libro y dejamos de lado lo demás.
David Markson tuvo la posibilidad de convertirse en el cronista de una época en donde la literatura norteamericana se hacia de a pie y compartió jornadas enteras con autores como Jack Kerouc y Malcom Lowry, donde la juerga, el alcohol y la experimentación literaria eran moneda corriente. Aquellas correrías por la bohemia norteamericana lo convertirían en escritor que ha pasado por casi todos los géneros hasta encontrar definitivamente su lugar en lo experimental.
Quizás por ello, Markson uno de sus ultimo deseos haya donar su colección de libros a la librería Strand, del East Village de Manhattan en New York. Una librería de usados que promete "18 millas de libros" para los fanáticos lectores que se animen a recorrerla.

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