martes, 28 de febrero de 2012

El inexplicable vacío de los días

Mezcla de autobiografía y ficción "El Rey pálido", novela póstuma de David Foster Wallace, es un texto en el cual el autor describe su trabajo durante un año y medio como agente del Departamento de Hacienda estadounidense. Pero es además un testamento póstumo con reflexiones sobre la vida, la burocracia y la vacuidad de los días.

David Foster Wallace se suicidó en el 2008 y junto con su muerte los lectores nos quedamos sin poder resolver el enigma del futuro de un escritor que prometía muchísimo. Tan sólo tenía 46 años pero ya se perfilaba para convertirse definitivamente en un clásico de las Letras estadounidenses como ya la crítica lo venía augurando. ¿Pero qué lo distingue de los demás escritores de su generación? O mejor dicho ¿cómo definir a un escritor de su calidad narrativa?

Podemos empezar diciendo que su escritura es profundamente obsesiva y minuciosa, con algunos pasajes increíblemente largos, párrafos de casi dos páginas cargados de comas, que dejan al lector al borde del colapso. Sin embargo, no hay aburrimiento posible con un autor que toma en serio el rol de lector y la intensidad de las palabras que no se dicen. Porque allí está todo.

"El Rey pálido" es la novela en la que estaba trabajando cuando se produjo su muerte, luego de una larga depresión que se había acentuado en el último tiempo; durante años se dedicó a pulirla y completarla. Aunque quedaría sin editar hasta varios años después. Con su publicación por parte de la editorial Mondadori, los lectores podemos acceder a su testamento. Un testamento obsesivo y bucólico sobre sus días como agente del Departamento de Hacienda, con notas al pie y largas reflexiones sobre los límites entre la ficción y lo real, su lugar de persona y escritor, problemas legales y sesudas explicaciones sobre formas, reglamentos y leyes impositivas. "¿Y si lo único que pasaba era que él estaba destinado desde su nacimiento a vivir a la sombra del miedo y la desesperación totales y que todas sus actividades no eran más que intentos patéticos de distraerlo de lo inevitable?, pone en boca de uno de sus personajes.

¿Pero qué es lo que intenta dejar como legado literario Foster Wallace? Nada más ni nada menos que un tratado sobre el tedio, el vacío de los días y la vacuidad. El destino de la nada. Una nada que persigue al protagonista incansablemente por todas las oficinas donde es trasladado, mientras llena papeles y formas, mientras revisa las declaraciones juradas. Y también está la soledad. Una soledad que Foster Wallace sabe suya. "Las criaturas hacían lo que hacían y no se podía hacer nada al respecto" escribe y piensa.

Por momentos tediosa, por momentos brillante, en "El Rey pálido" converge lo mejor de la literatura norteamericana de los últimos 20 años, una obra alimentada por el recuerdo de un escritor inconformista y rebelde, aunque traspasado por la fragilidad de la vida y el dolor, como aclara el mismo autor en el prefacio: "Sin embargo, yo sospecho que hay algo más... muchísimo más, delante de nuestras mismas narices, oculto precisamente por el hecho de ser tan grande".

domingo, 12 de febrero de 2012

El destino y el Poder

Un joven hijo de desaparecidos recupera su identidad y con todo lo que ello conlleva deberá, además, afrontar su destino de ser "El último elegido" para desentrañar la verdad tras un mito que podría cambiar el rumbo de la historia.

El destino es como un vaso de agua fría que alguien nos arroja a la cara y nos toma tan de sorpresa que tenemos que hacer lo que mejor sabemos hacer: sobrevivir. Así lo hace Bruno en "El último elegido", de reciente publicación por parte de la editorial Grijalbo, que acaba de descubrir -previo paso por Abuelas de Plaza de Mayo- que es hijo de desaparecidos.

Es por eso que siente que todo lo que creía en su vida se desmorona a pasos agigantados. Aunque no está solo. A su lado está Fabiana, su novia, con la que planean un futuro juntos. Pero (siempre lo hay) Bruno recibe el llamado de un desconocido que lo pondrá en el camino de la muerte, la venganza, la traición; todo con motivo de encontrar un objeto que podría desentrañar uno de los secretos más importantes de la historia.

"El poder y la lucha por él van más allá de diferencias culturales, étnicas o religiosas. El poder persigue un solo fin: el económico", le dice Rino a Bruno, que escapa de Buenos Aires hacia Florianópolis para encontrarse con alguien que pueda aclararle sus dudas.

Así, por boca de Rino, comienza a interiorizarse sobre la historia del Koda, un artefacto milenario que le da un poder inmenso a su poseedor. El último de ellos fue Alejandro Magno, quien antes de morir legó a sus fieles generales cuatro códices con un mensaje cifrado que junto al Hodos, que explica cómo leer los códices, revelan cuál es el instrumento de poder que permitirá que su imperio no se desintegre. Aunque es lo que sucede, ya que muerto Alejandro se dividen el territorio y comienza una lucha entre dos bandos por el poder, que llegará hasta nuestros días.

Bruno es el eklegomai, el elegido, que se ve inmiscuido en una guerra entre Diádocos y Epígonos, donde no podrá confiar casi en nadie. Unicamente tiene que saber sobrevivir. Y en ese camino comenzará no sólo una búsqueda del Koda que lo llevará por escenarios tan disímiles como Capital Federal, Brasil, Uruguay, España, Londres o Turquía, sino que empezará a unir piezas clave del pasado de sus padres desaparecidos y de su abuelo Gino Lamberti, para ir reconociéndose heredero de un lugar que la historia le tenía reservado.

"El último elegido" es la primera novela de Adrián Cairoli, un autor que llega a la literatura para renovarla con una narración sencilla aunque detallada, con personajes complejos e interesantes y una propuesta totalmente novedosa que podríamos definir como dentro del género de novela histórica de aventuras. Una mención aparte merece la recomendación de Valerio Massimo Manfredi, arqueólogo y autor de novelas históricas, reconocido mundialmente por la saga sobre Alejandro Magno.

Cairoli mueve los hilos de la trama con maestría, dueño de una simpleza en la prosa que contrasta con los pretenciosos escritores que muchas veces confunden a los lectores en vez de entretenerlos, y consigue que una vez abierto el libro sea imposible dejar de leerlo.

La justicia tras los ojos

De pocas palabras, casi antipático, con una cabellera negra rebelde y unos ojos verdes que ven más allá de lo evidente, el comisario Ricciardi busca desentrañar los peores crímenes que ocurren en la Italia fascista del Duce. ''El invierno del comisario Ricciardi'' publicada por Lumen.

El viento golpea fuerte en la cara de los transeúntes pero el comisario Ricciardi camina a pasos seguros. Sabe que tiene una misión y que el "asunto", como le llama a poder ver los últimos minutos de los muertos, es una responsabilidad que debe asumir en soledad. Pero sufre y ello lo vuelve un hombre parco y de costumbres solitarias. Es Italia y es 1931. El Duce Benito Mussolini está en el poder y los camisas negras repiten su nombre por todos lados. Cualquiera es un espía del fascio pero el comisario Ricciardi no teme decir lo que piensa y ahí anda intentando desentrañar los crímenes que el Estado asegura que no existen y quiere esconder bajo la alfombra.

El Real Teatro San Carlo, "la casa de las pasiones fingidas", es el escenario del crimen del gran tenor Arnoldo Vezzi y hasta allí llega el comisario Ricciardi acompañado por el sargento Maione, a develar el asesinato y a encerrar al culpable. Para Ricciardi las causas de todos los crímenes son sólo dos: por amor o por hambre. Y teniendo en mente a sus dos "enemigos" sale a investigar en busca de la verdad.

Así comienza un camino que llevará al callado comisario de ojos verdes a buscar entre las personas del entorno de Vezzi al posible asesino. Aunque claro que tendrá primero que investigar qué clase de persona era la víctima, amigo personal del Duce y considerado el artista del pueblo, para ir desentrañando cómo ocurrió el incidente que terminó con su muerte.

Pero Ricciardi arrastra ya un peso que no puede quitarse y resolver crímenes se ha vuelto como la morfina para combatir el dolor. Aunque en la soledad de sus noches encuentre un poco de sosiego en observar por la ventana como las manos de Enrica cosen o bordan la ropa.

Si la novela policial actual le debe su marca al policial negro norteamericano es indudable que Maurizio de Giovanni es deudor de Andrea Camilleri. Aunque representan a dos Italias bien distintas, el primero es napolitano y el segundo siciliano, ambos han creado a dos comisarios que reúnen ciertos principios que los unen: la intuición de que el motivo del crimen del más allá y la importancia de hacer justicia investigando hasta las últimas consecuencias. Ambos personajes saben que su función va más allá que ser agentes del orden.

"El invierno del comisario Ricciardi", terminó convirtiéndose en un suceso increíble en Italia, es una novela que reúne lo mejor del genero policial y detectivesco y le suma el factor sobrenatural, un detalle que sostiene la trama y engancha al lector. Por lo que hay que celebrar que Lumen haya decidido publicarla en español y proyecte publicar las próximas tres aventuras que tienen al comisario como protagonista.

viernes, 3 de febrero de 2012

El alma que canta, la vejez que llega

Mario Levrero es considerado un escritor "raro" y con "El alma de Gardel", publicado por Mondadori, no hace más que reafirmarlo. En él, un hombre descubre que el alma del cantor de tangos aún no descansa y que la vejez le sigue los pasos.

"Cada vez que alguien pone un disco de Gardel, allá está el alma de Gardel, que ya no es Gardel, sino el alma, el alma de Gardel que sólo busca subir, trascenderse en un Plano Superior, y lo tiran para abajo, lo reclaman, porque él puso mucha fuerza en los discos" escribe Levrero en "El alma de Gardel", una nouvelle o un cuento largo que no sólo se referirá al después de la vida del llamado Zorzal Criollo, sino que además el protagonista reflexionará sobre el avance de la vejez y las consecuencias de ello.

El hombre camina todos los días hacia la biblioteca a buscar libros para la investigación que lleva a cabo. Allí conoce a Carson, "un viejo loco" que le asegura que el alma de Gardel no puede ascender a los cielos porque puso parte de sí en sus discos y cada vez que alguien los escucha, el alma queda atada a la tierra.

El protagonista de "El alma de Gardel" es un hombre solitario que nunca recibe a casi nadie en su casa, excepto a Carson, con el que comparte interminables partidas de ajedrez. Pero también disfruta de su soledad y de los momentos en que recuerda a las mujeres que fueron parte de su vida mientras repasa su colección de portaligas, bombachas y almanaques con desnudos.

O cuando roba los paraguas de las viejas que leen en la biblioteca. O cuando visita a la joven Verónica, hija de una prima lejana, a la que desea enormemente no ya de una manera erótica sino sexual. La soledad no es para él una forma de la tristeza sino más bien una forma del recuerdo.

Mario Levrero logra escribir un relato de una increíble fluidez narrativa, en primera persona y con un monólogo que va construyendo los días de un hombre que se da cuenta del avance de la vejez y cómo la memoria va modificando poco a poco la percepción de la realidad. "Lo que más me desespera de este proceso de decadencia física y mental es un elemento, tal vez compensatorio, que se infiltra en el espíritu y a uno lo hace colaborar alegremente con el enemigo: un sentimiento de placer que al mismo tiempo implica un supremo desinterés por lo que está ocurriendo y por lo que le está ocurriendo a uno" reflexiona el protagonista, en uno de los mejores párrafos escritos sobre la vejez, mientras intenta dilucidar si la sonrisa de Gardel está en el rostro de esa rubia que desesperada golpea la puerta de su casa y le asegura que hay que matar a Carson porque éste quiere borrar de la faz de la tierra todo recuerdo del gran cantor de tangos.

Mario Levrero falleció en 2004 en la misma ciudad en que nació, Montevideo, y ha sido considerado uno de los escritores "raros", junto con autores como Felisberto Hernández o la poetisa Marosa di Giorgio.

"Y al fin y al cabo, creo yo, el destino de toda cosa en el universo, tal vez incluso el universo mismo, sea convertirse en Literatura" escribe en "El alma de Gardel", y tal vez sea tan cierto como que un poco del alma de "Carlitos" está en cada uno de sus discos ya que no habrá que hacer más que escucharlo para saber que "cada día canta mejor".