lunes, 19 de diciembre de 2011

El distinguido caballero vestido de blanco

Tras las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn se oculta un preciso crítico de la sociedad. Irónico y mordaz, el hombre que en todas sus fotos aparece vestido de blanco, se burla de todos y habla de moral, política y buenas costumbres.

“El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía” decía a quien quisiera escucharlo Mark Twain y algo de eso se desprende siempre en sus relatos que poseen partes iguales de cielo e infierno. Samuel Clemens, tal su verdadero nombre, fue un hombre que no dudaba en criticar, o mejor dicho que no dudaba en poner por escrito sus pensamientos. Aunque para no herir susceptibilidades decidió que sus memorias fueron publicadas póstumamente.
Dueño de una ironía fatalmente inteligente y mordaz, Mark Twain no dejaba de escribir ni publicar constantemente y no ahorraba ni papel ni tinta para descubrir las injusticias que el Estado Americano imponía a los más débiles o para mostrar los oscuros secretos del “sueño americano”.
Una muestra de ello es el cuento “Canibalismo en los vagones del tren” donde el protagonista queda varado en un tren y dispuesto a pasar el tiempo entabla conversación con un hombre que le asegura haber pasado por la misma situación. El desconocido tiene un cargo público en el congreso y recuerda la situación que le sucedió junto a otros hombres de Estado americano. Con el relato Twain aprovecha para despacharse a gusto contra los congresales a los que define como caníbales a los que no les importa más nada que salvarse ellos mismos y su partido. A la luz de los acontecimientos en el poderoso país del Norte, el autor no tuvo un análisis tan descabellado de la situación política y además hay sumarle sus virtudes predictivas ya que el cuento fue escrito hace más de cien años.
En “La célebre rana saltadora del condado de Calaveras” busca describir al americano medio de su tiempo. Simples, charlatanes y arrogantes, los protagonistas del cuento intentan demostrar cuál de ellos es el más exagerado.
La función periodística y la religión eran otras de las cosas que abrumaban a Mark Twain.
En “El periodismo en Tennessee” y “Cómo llegué a ser editor de un periódico agrícola” son dos interesantes relatos que demuestran el pensamiento del escritor sobre el cuarto poder. En el primero define a la profesión del periodista como una de las más peligrosas, en el segundo de los que la ejercen sin tener idea de nada. En ambos casos su ironía es certera y justa.
En “El cuento del niño malo” relato se construye alrededor de las actividades de la escuela dominical, donde les enseña a los niños lo concerniente a la Biblia. Allí siempre debe haber un niño que sirva como ejemplo de lo que no hay que hacer para así poder llegar a los cielos. Como el niño de “El cuento del niño bueno” que gusta de sufrir como los mártires que ve en los libros. Así, cree, llegará a convertirse en santo.
En “Un sueño extraño” Mark Twain nos acerca una fábula sobre la vejez y la muerte. El dolor de los muertos por el abandono es tal que todos deciden cambiar de cementerio. Además, aseguran, se esta llenando de personajes ricos cuya tradición es tan larga como los billetes que tuvieron en el banco.
En definitiva, con la edición de sus cuentos escogidos, que además ofrecen la oportunidad de leer tres nuevos relatos en español nunca antes editados, Mondadori consigue que volvemos a disfrutar de un autor que siempre sobresalió por la inteligencia, los comentarios mordaces y la facilidad de dejar al lector siempre pensando en que todo no es como nos lo muestran.

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