sábado, 29 de septiembre de 2012

El hombre que no fui

Un hombre intenta desentrañar los detalles de la vida de su tío, a quien sólo recuerda como una figura difusa en su infancia. Pero comenzará a desandar su propia historia y con ella, la de su familia. "La habitación", un relato intenso de Andreas Maier publicado por Adriana Hidalgo.

"Mi tío, el único ser humano sin culpa que conocí en mi vida. Una figura que está saliendo del Paraíso pero aún tiene un pie en él" así recuerda a su tío la voz narradora de "La habitación", la nueva novela de Andreas Maier.

El narrador busca desentrañar aspectos de la vida de su tío J, un hombre con un leve retraso mental. A simple vista podría ser así pero detrás se esconde una intención un poco más profunda: reconstruir las relaciones familiares de los Boll.

"Mi tío era de los que aman precisamente a quienes los maltratan, de los que desarrollan un apego pronunciado y persiguen a quienes los mortifican" dice el narrador para intentar explicar qué a lo lleva a recordarlo. No tendrá más herramientas que su propia memoria, poblada de sensaciones donde el miedo se lleva la parte más importante, pero ello no será un obstáculo.

J es "un hombre sin conexión con el pecado" y sus días pasan entre su habitación, el taller que tiene en el sótano de su casa, su trabajo en el correo, los bares y de vez en cuando el burdel. Una vida sencilla que el narrador describe someramente en un principio hasta que va encontrando la profundidad y la compresión de los actos. Y hasta el simple hecho de encender el motor del Volkswagen Variant y guardarlo en el garaje tenía un sentido especial para J, un acto aparentemente sin sentido para el narrador que va tomando forma mientras la narración avanza. Un relato reflexivo sobre la figura de un hombre que va ganando hondura, y así el narrador comienza a percibir que J ha sido algo más que su tío, algo más que un disminuido mental, algo más que sólo una figura que en la infancia daba miedo.

Si la pregunta del principio es quién es mi tío, enseguida cambia y se va convirtiendo en quiénes son ellos pero sobre todo quién soy yo. La habitación, que da título a la novela, es el punto de partida de una búsqueda que no concluirá en los aspectos cotidianos de la vida de J sino que ahondará en las relaciones de los miembros de la familia Boll, poderosos dueños de la cantera más grande del lugar, donde algunos valores están sobre otros.

Utilizando como recurso el monólogo y el juego con los tiempos verbales, el autor además describe un cuadro de época de la sociedad alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial. Una sociedad que aun conserva los aspectos más recalcitrantes de su pasado conservador, una descripción minuciosa sobre la vida en un pueblo, los estratos sociales, la diferencia, el desamparo y el puritanismo.

En "La habitación" lo leve se vuelve profundo y las voces nos hablan sobre lo que no debe decirse pero está ahí. El amor, el desamparo y la idea de que todo es distinto de cómo lo recordamos.

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