sábado, 28 de julio de 2012

El buceador de la profundidad del alma

Con la edición de las "Novelas breves", la editorial Eterna Cadencia le ofrece al lector la posibilidad de adentrarse completamente en el universo onettiano para bucear en la melancolía de sus personajes.

Mucho antes de su muerte, ocurrida en mayo de 1994, Juan Carlos Onetti había decidido que pocas cosas en el mundo le importaban y vivió sus últimos años en la cama de su casa de Madrid. Buena parte de su mitología tiene que ver con este hecho, como si ese simple acto de rebeldía contra el mundo y su significado pudieran ser más importante que una obra dotada de una intensidad y de una profundidad que muchas veces sobrepasa las palabras escritas, para convertirse en una voz en la cabeza del lector.

"Nunca me hubiera podido imaginar así los cuarenta años, solo y entre la mugre, encerrado en la pieza" dice Eladio Linacero, el protagonista de "El pozo" (1939), quien reconstruye su pasado buscando respuestas a preguntas que no la tienen. Y aunque quisiera no puede dejar de tener "una sensación de curiosidad por la vida y un poco de admiración por su habilidad para desconcertar".

Hay en sus personajes una idea de la vida y de la muerte, de lo que merece ser vivido; una sensación de desosiego y aceptación ante las vicisitudes del destino, porque "todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender". O, como dice el doctor Ríos, en "Para una tumba sin nombre" (1959), "él también había descubierto el simple secreto aritmético de la vida, la fórmula del triunfo que sólo exige perseverar, despersonalizarse, ser apenas".

Sus historias tienen como escenario a Santa María, una ciudad conservadora muy parecida a cualquiera del interior, donde sus personajes se mueven como si dieran dudosos pasos en el barro. "Esta ciudad me enferma. Todo. Viven como si fueran eternos y están orgullosos de que la mediocridad no termine" le dice Jorge Malabia al doctor Ríos, mientras cruzan la plaza principal y observan a los caminantes.

Cada párrafo de sus textos, de hondo contenido existencialista, encierra algo más que lo que su autor escribió; un conocimiento antiguo y profundo de la melancolía, una verdad que se revelará al pasar de las hojas y que se irá internando en el corazón del lector.

Que la editorial Eterna Cadencia haya resuelto publicar sus novelas breves es una oportunidad única para adentrase de un tirón en el universo de Juan Carlos Onetti, quien junto a sus personajes bucea en el alma humana para luego salir a la superficie y mostrar que en la profundidad de sus palabras conviven la nostalgia, la derrota y el desamparo, aunque también el insondable deseo de que cada cual sea el dueño de su propio destino.

Pero quien mejor define su obra es Juan José Saer, que desde el prólogo asegura que "los personajes de Onetti tienen un rostro que tarde o temprano terminamos por reconocer: es el de cada uno de nosotros".

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