domingo, 14 de octubre de 2012

Perturbadores días de vértigo

La editorial La Bestia Equilátera acaba de publicar "No mires abajo", una antología de cuentos del inglés William Sansom. Sorprendente, vertiginosa, filosófica, serían algunas de las palabras que podrían definir la obra de un autor al que hay que leer para dejarse llevar a otra dimensión literaria.

"Equilibrio: 1- Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente. 2- Situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse. 3- Peso que es igual a otro y lo contrarresta. 4. Contrapeso, contrarresto, armonía entre cosas diversas.". Así rezan las primeras cuatro acepciones del diccionario de la Real Academia Española. Perderlo equivaldría a dejarse caer, llevar por la corriente, disiparse en lo cotidiano para luego encontrarse frente a frente con la ficción y naufragar en los relatos vertiginosos de William Sansom.

"¿Acaso una belleza tan descollante invitaba a la destrucción, pedía un complemento de desgracia para equilibrarse y volver a la realidad? Piensa el protagonista de "Tutti fruti", uno de los relatos que forman parte de la antología del genial autor inglés, en el que un hombre decide pasar sus vacaciones en Niza.

Admirado por sus pares, casi un desconocido en nuestra tierra, los relatos de Samson generan en el lector un vértigo del que ya no se podrá regresar. Un antes y después literario, un quiebre estilístico y original. Una nueva manera de ver, de leer, aquellas situaciones tragicómicas que la vida nos tiene preparadas.

"Desconfiamos de aquello que no nos resulta familiar: le tenemos miedo. Y eso es el odio" escribe en "Los testigos", donde narra la situación de un bombero colgando de una pared mientras apaga un incendio. O "¿Es posible que un temor ínfimo envenene por completo el carácter de un hombre?", uno de sus relatos más logrados: "Pansovic y las arañas", donde un general cuenta en su diario su infinito terror por las arañas.

"El odio y el amor no eran sino variaciones de una misma emoción obsesiva", piensa Clara, mientras sola en su cama lee las noticias sobre un asesino de mujeres en "Tentaciones varias".

Hay algo kafkiano en los relatos de William Sansom, pero no se acaba en esa simple comparación. Hay algo que no puede verse hasta no leer el primer cuento, continuar con el segundo, para luego saber que falta mucho. Sansom no se deja descubrir tan fácil y el lector debe dejarse llevar, perder el punto de apoyo y zambullirse en la ficción.

"Ya sabía que la vida era en gran medida ilusiones, que, aunque ocurrieran cosas maravillosas, muchos desengaños vendrían a compensarlas", dice el protagonista de "Una mujer poco frecuente" mientras recorre Roma al atardecer y siente que ya nada bueno puede pasarle. Hasta una bella mujer se cruza en su camino y todo cambia. Como el lector, que después de "No mires abajo" sentirá que lo aparentemente complicado carece de sentido y lo importante está en esos detalles, esas pequeñas piedras, que la vida pone en el camino para que sepamos el verdadero valor de cada cosa.

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