martes, 22 de enero de 2013

La ideología del amor

Una trama compleja que fluctúa entre la política y el amor, una novela donde las dudas acerca de las ideologías se mezclan irremediablemente con las relaciones amorosas y la sensación de estar frente a un relato fundacional de la literatura argentina.

Para que el lector se prepare: "El traductor" es una novela donde todo tiene una razón de ser. Cada palabra está perfectamente colocada en la maquinaria de la trama que Salvador Benesdra fue armando de forma perfecta. Así como un arquitecto de la antigüedad construía catedrales, de la misma manera Benesdra va dándole forma a una novela que alumbra los oscuros senderos del amor y la ideología.

Roberto Zevi trabaja como traductor en la editorial Turba que además de publicar autores de izquierda, se vanagloria de sus vínculos con los revolucionarios vernáculos. A medio camino entre el descontento y la derrota Zevi mira la vida con los ojos de un hombre al que le ha sido esquiva la suerte. Un trabajo que siente como mediocre, "terreno inmune a la explotación por las virtudes progresistas de los ideales de sus propietarios y de los clientes que compraban sus productos", y una vida amorosa tan alejada de su ideal que prefiere las ensoñaciones a la realidad. Hasta que sentado a la mesa de un bar de Congreso descubre en los ojos almendrados de una adventista provinciana la oportunidad perfecta para replantearse no sólo su vida sino también su ideología política en los tristemente recordados años 90'.

"El traductor" es una novela compleja donde las dudas acerca del personaje principal dan la forma y el sustento al relato. Un relato que se presenta como la política se mezcla irremediablemente con el amor. O podemos decir: Una novela sobre la ideología o un tratado sobre los amores complicados. "La muchacha crecía a cada instante ante mis ojos hasta romper su envoltura de adventista provinciana para alcanzar las dimensiones de una diosa" cavila Roberto Zevi frente a ella en su departamento y agrega: "nada mejor que una mujer para bajarle a uno los humos". "Para él, la izquierda sólo está formada por tilingos, por adictos a la pose y la simulación, por cobardes constitucionales, incapaces de toda rebeldía auténtica, condenados a consolar su impotencia con la sublevación vicaria de otros" dice Zevi sobre la forma de pensar de su amigo Mario, quien se define como anarco-derechista.

Salvador Benesdra, cuya biografía aseguran se cruza bastante con la de su antihéroe, se suicidó el 2 de enero de 1996. Poco antes "El traductor" había logrado ser finalista del Premio Planeta de novela, aunque falleció sin poder recibir el reconocimiento de la crítica pero sobre todo de los lectores.

"Las fiestas son como espectáculos, como películas en las que uno mismo se mete: te quiebran lo cotidiano y te pueden hacer creer por un momento que vos y el mundo dan para cualquier cosa, hasta que dormís un poco y todo vuelve a ser la misma mierda de siempre".

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